Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
En el peligro grité al Señor,
y me escuchó, poniéndome a salvo.
El Señor está conmigo, no temo.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes.
Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi canto,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de alegría
en las tiendas de los justos:
la diestra del Señor es excelsa.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
(del salmo 118)
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