miércoles, 14 de noviembre de 2007

alegría del cristiano


[ ..] sólo de El, cada uno de nosotros puede decir con plena verdad, junto con San Pablo: Me amó y se entregó por mi (Gal 2, 20). De ahí debe partir vuestra alegría más profunda, de ahí ha de venir también vuestra fuerza y vuestro sostén. Si vosotros, por desgracia, debéis encontrar amarguras, padecer sufrimientos, experimentar incomprensiones y hasta caer en pecado, que rápidamente vuestro pensamiento de fe se dirija hacia Aquel que os ama siempre y que con su amor ilimitado, como de Dios, hace superar toda prueba, llena todos nuestros vacíos, perdona todo nuestro pecado y empuja con entusiasmo hacia un camino nuevamente seguro y alegre.
(JUAN PABLO II, Disc. 11-II-1980).


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